lunes, 21 de marzo de 2011

Semana de la memoria

“Hemos vivido por la alegría, por la alegría hemos ido al combate y por la alegría morimos.
Que la tristeza no sea unida nunca a nuestro nombre”
Julius Fucik.
El 24 de marzo de 1976 la Dictadura vino a prohibir. Prohibió que la gente se juntara, prohibió incluso libros y canciones para niños. Censuró lo que consideraba peligroso.
Los invitamos a pensar en conjunto ¿por qué un libro o una canción puede ser peligrosos?.
Tal vez porque invita a soñar, a imaginar, a crear y a pensar que las cosas pueden ser distintas. Por eso no prohibieron todos los libros y canciones. Prohibieron algunas, las que permiten imaginar un mundo diferente, las que convocan a reunirse y pelear para que no haya más injusticias. Pero a pesar de que los prohibieron, muchos valientes se negaron a guardarlos o a quemarlos. Y los siguieron leyendo y prestando para que otros los lean.
En nuestra biblioteca podés encontrar
  • Schujer, Silvia "La caída de Porquesí, el malvado Emperador" En Cuentos y Chiventos (Libros del Malabarista).

  • Devetach, Laura "La planta de Bartolo" En La torre de Cubos. Ed. Colihue (Libros del Malabarista ).

  • Roldán, Gustavo "Un Monte para vivir" En Cada cual se divierte como puede (Libros del Malabarista Nº 29).

  • Borneman, Elsa "El caso Gaspar" y "El año verde" En Un elefante ocupa mucho espacio. Editorial Alfaguara .

  • Skármeta, Antonio "La composición"

  • Soriano, Osvaldo "El negro de París" Orientaciones para el alumno y docente.(Plan Plurianual)



En ellos hallaremos las sinrazones de la Dictadura y los sueños que vinieron a silenciar.
La importancia de la literatura radica en su posibilidad de expresar nociones universales bajo las más bellas formas de la síntesis.


El año pasado nos despedimos con los abrazos de Eduardo Galeano y no encontramos nada mejor para volver a encontrarnos que este texto que te invitamos a leer


1976, en una cárcel del Uruguay: Pájaros prohibidos


Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.

Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel.

Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos, y el dibujo pasa. Didaskó le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas.

– ¿Son naranjas? ¿Qué frutas son?

La niña lo hace callar:

– Ssshhhhh.

Y en secreto le explica:

– Bobo. ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.

Eduardo Galeano